El enfermero Antonio Rodríguez, premiado por su investigación sobre la gestión emocional y los riesgos psicosociales en jóvenes deportistas

Tras ocho años de trabajo sin apoyo institucional, su estudio recibe el Premio de Investigación del Colegio de Enfermería de Málaga y el de Granada en 2024

Con una dedicación íntegramente personal y sin apoyo institucional, Antonio Rodríguez ha desarrollado una investigación pionera sobre la gestión emocional, los hábitos saludables y los riesgos psicosociales en jóvenes deportistas. Su trabajo, reconocido por los colegios de Enfermería de Málaga y Granada, pone de relieve cuestiones de gran importancia desde el punto de vista de la enfermería.

Antonio, ¿cómo recibiste la noticia de este reconocimiento y qué significó para ti obtener el Premio de Investigación del Colegio de Enfermería de Málaga?

Recibí la noticia con muchísima ilusión y una profunda satisfacción. Este reconocimiento significa mucho para mí, ya que este trabajo ha sido realizado de forma completamente altruista, sin financiación ni apoyo institucional. Lo he desarrollado en mi tiempo libre, incluso durante los periodos vacacionales, lo que da aún más valor al premio. Ver recompensado un esfuerzo tan largo y personal, tras ocho años de trabajo, es verdaderamente gratificante. El año pasado, el colegio de Enfermería de Granada me reconoció una investigación con el premio a la mejor investigación de 2024, por lo que me refuerza aún más el esfuerzo.

¿Podrías contarnos en qué consiste tu investigación y cuál fue el principal objetivo o hallazgo del trabajo premiado?

La investigación se centra en la gestión emocional, los hábitos saludables, los riesgos psicosociales y las relaciones sociales en jóvenes deportistas. La creciente preocupación por el aumento de conductas de riesgo en este grupo nos impulsó a profundizar en la comprensión de su realidad.

Entre los hallazgos más destacados figura la existencia de múltiples barreras estructurales que dificultan la implementación de intervenciones eficaces: la falta de formación específica entre los profesionales, la escasa coordinación con las familias y las limitaciones de tiempo y recursos en los centros educativos. Estos factores evidencian la importancia de fomentar la gestión emocional y la autoestima desde edades tempranas como vía esencial para la prevención y la promoción de la salud.

¿Qué te motivó a embarcarte en este proyecto y cómo ha influido tu experiencia como enfermero en el enfoque de la investigación?

Me motivó la oportunidad de acceder a una gran cantidad de datos relevantes y trabajar en un área social y sanitaria en la que pocos profesionales tienen acceso o intervienen activamente. Como enfermero, mi experiencia asistencial me ha permitido tener una visión más cercana y práctica de las necesidades reales de esta población. Desde la enfermería, podemos detectar precozmente señales de alarma y diseñar intervenciones eficaces, pero para ello es necesario tener evidencia, y ahí es donde entra esta investigación.

Durante el proceso, ¿cuáles fueron los principales desafíos que enfrentaste y qué aprendizajes te dejó esta experiencia?

Uno de los desafíos más importantes fue descubrir problemas en la población juvenil que aún no están plenamente identificados por los profesionales sanitarios. Esto refuerza la idea de que la enfermería debe actualizar sus protocolos y enfoques para incluir esta realidad.

Otro gran reto ha sido la falta total de recursos y apoyo institucional. Sacar adelante un estudio sin financiación, sin tiempo asignado dentro de la jornada laboral y utilizando solo los tiempos libres, ha sido muy complicado. Pero también ha sido una experiencia que me ha enseñado la importancia de la constancia, el trabajo en equipo y la necesidad de seguir reivindicando nuestro papel en la investigación.

¿Qué impacto esperas que tenga tu estudio en la práctica clínica o en la mejora de los cuidados de enfermería?

Espero que este trabajo contribuya al desarrollo de escalas validadas que permitan evaluar los riesgos emocionales y psicosociales en jóvenes deportistas, así como al diseño de protocolos de intervención desde Atención Primaria. También aspiro a que impulse la implantación de la enfermería escolar como figura clave en la promoción de la salud emocional desde edades tempranas. En definitiva, que sirva para dar visibilidad a una problemática que está creciendo y que necesita respuesta desde nuestra disciplina.

Desde tu perspectiva, ¿cómo describirías la situación actual de la enfermería en España, especialmente en el ámbito de la investigación y el reconocimiento profesional?

La situación es, sinceramente, preocupante. La investigación enfermera sigue sin estar reconocida ni priorizada por las instituciones. Hay una evidente falta de recursos, de estructuras que apoyen a los profesionales que quieren investigar, y de espacios para desarrollar proyectos sin que esto suponga un sacrificio personal enorme. Desde los hospitales hasta otros centros sanitarios, no se capta ni se valora la iniciativa de muchos enfermeros que tienen ideas y proyectos viables, pero que se ven frenados por la burocracia o la falta de apoyo.

¿Qué cambios o apoyos consideras necesarios para que la investigación enfermera tenga un papel más relevante en el sistema sanitario?

Es urgente que se generen estructuras reales de apoyo: tiempo protegido dentro de la jornada laboral, acceso a financiación, formación específica, y equipos de investigación en los centros sanitarios. Además, los responsables de gestión deben entender que invertir en investigación enfermera es apostar por una mejora en la calidad asistencial. No puede ser que sigamos teniendo que recurrir al voluntarismo, como ha sido mi caso, para sacar adelante un proyecto. La enfermería tiene un enorme potencial investigador, pero necesita el respaldo institucional para desarrollarlo.

Para terminar, ¿qué mensaje te gustaría transmitir a los compañeros y compañeras de la profesión que desean iniciarse en la investigación o seguir creciendo profesionalmente?

Les diría que no se rindan. Que su curiosidad, su compromiso y su visión crítica son imprescindibles para seguir avanzando como profesión. Investigar desde la enfermería es complicado, pero también profundamente enriquecedor. Es una forma de aportar valor, de cambiar realidades y de dar voz a las necesidades de los pacientes desde una perspectiva cercana y humana. Y aunque el camino sea duro, también hay recompensas como esta, que recuerdan que el esfuerzo tiene sentido.